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Teoría del Grit: ¿qué tal vas de pasión y perseverancia? (post-527)

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Angela DuckworthGrit: el poder de la pasión y la perseverancia” es el libro del que más se habla en Estados Unidos dentro de lo que allí llaman el género de “Psicología del logro” (o “del éxito”), que tanto vende y gusta a las editoriales. La autora de este tocho de 370 páginas es Ángela Duckworth, una conocida profesora de psicología de la Universidad de Pensilvania que saltó a la fama por una charla TED que ha recibido ya más de 10 millones de visitas. Esta revelación literaria de 2016 ha puesto de moda un nuevo vocablo, “Grit”, del que se están haciendo eco personalidades, prensa y medios educativos, y al que me apetece dedicarle una amplia reseña.

Más que leer el libro, me lo estudié, porque el asunto me interesa bastante. También dediqué tiempo a indagar en artículos escritos por otros investigadores y a informarme sobre el debate científico que se viene produciendo en torno a la teoría del grit. De ese análisis sale este primer post de un seriado que voy a escribir en este blog (serán probablemente 6 entradas), en los que iré repasando el libro desde distintas perspectivas, con sus matices, luces y sombras, incluyendo una reflexión sobre si el Grit se puede desarrollar y su posible impacto en la educación, que es de los temas más controvertidos que rodean la obra de Duckworth.

No es un libro redondo, ¡¡mira que es difícil encontrar uno de Management/Autoayuda que lo sea!! y me ha dejado sensaciones contradictorias. Le falta gracia en el estilo narrativo, no está escrito para tirar cohetes, y es a menudo simplista pero reconozco que como relato motivacional puede funcionar bien, precisamente por eso, porque es una teoría para el crecimiento personal que se entiende sin un gran esfuerzo, y apunta a habilidades que realmente merecen mejorarse.

Pero al grano, ¿qué es el Grit? En pocas palabras se puede definir como: pasión y perseverancia ante las metas de largo plazo. Es difícil encontrar un sinónimo exacto de Grit, pero en mi opinión, los que más le pegan serían determinación, constancia y tenacidad. Es algo así como el coraje y la fortaleza que tienen determinadas personas para luchar por una misma cosa durante mucho tiempo. Es la capacidad de elegir un objetivo y esforzarse de forma constante por conseguirlo a largo plazo. Por eso, las personas con un alto Grit son aquellas que: 1) saben muy bien lo que quieren, 2) son tenaces, insistentes, para conseguirlo.

El poder predictivo de la constancia, dice Duckworth, es asombroso. La constancia entendida como un “compromiso continuo y resuelto con ciertos tipos de actividades en contraposición a esfuerzos esporádicos en diversas áreas”. Por eso, según ella, “cuanto mayor es el Grit de una persona, menos cambios en su carrera suele hacer”. Pone el ejemplo de Darwin, que estuvo pensando en la mismas cuestiones mucho tiempo en lugar de plantearse otros tipos de problemas más fáciles. O sea, coges una pregunta, un reto, una duda, y no la sueltas, porque siempre está presente en tu mente: es la gran pregunta o reto que orienta tu vida.

El libro de Duckworth defiende básicamente dos tesis: 1) Que el Grit es uno de los predictores más importantes del éxito en cualquier ámbito, 2) Que todos tenemos la posibilidad y capacidad de aumentar nuestro Grit. Este post está dedicado a la primera, mientras que trataré la segunda en otra entrada.

Empezaré por desgranar ahora el primer ingrediente del Grit, que es la “pasión” (te recuerdo que el segundo es la “perseverancia”), y aquí conviene hacer una aclaración importante. La forma en que la gente común conceptualiza intuitivamente la pasión es diferente de cómo se define por el Grit. Según Duckworth, no es intensidad, sino constancia con el paso del tiempo. Refleja “consistencia en la dirección” o la capacidad de adherirse inquebrantablemente a un único objetivo durante un largo período de años. Por eso las preguntas del Test del Grit (hablo de esto más adelante) que tienen que ver con la “pasión” lo que buscan es saber en qué medida seguimos con nuestros objetivos a largo plazo, o miden lo que la psicóloga de Stanford, Catharine Cox, llamó “persistencia en la motivación”.

Pero claro, ¿cómo sé yo exactamente a dónde quiero llegar o con qué me quiero comprometer un montón de años?. Según la autora, “el Grit consiste en tener la misma ‘meta del nivel superior’ durante mucho tiempo”, o sea, una meta que constituya un fin en sí misma, no un medio para conseguir otra cosa, y que suele tener un impacto visible en el bienestar de los demás. Ella afirma que lo ideal es tener una sola meta profesional de ese tipo en lugar de varias. Por eso la autora sostiene que el Grit y la edad van de la mano, porque a medida que descubrimos nuestra filosofía de vida, aprendemos a distinguir “metas del nivel superior” en las que concentrar más la atención.

El segundo ingrediente del Grit es la “perseverancia”, que se asocia tal como sugiere su nombre, a la tenacidad y la fuerza de voluntad. Si hay una idea (frase del test) del Grit que me parece reveladora, y potente, es la de preguntarse esto: “¿Termino lo que comienzo?”. Si uno se compromete con algo, debería terminarlo. Y para acabar lo que se empieza, hay que esforzarse. También tiene que ver con la tolerancia al fracaso y la capacidad de levantarse después de reveses con la confianza de que se puede conseguir el objetivo.

Un error que se comete al interpretar el Grit, y que la propia autora ha tenido que aclarar muchas veces, es que se tiende a poner toda la atención en la perseverancia, olvidándose la pasión, que es igual de importante: “si usted es muy, muy tenaz y obstinado sobre un objetivo que no es significativo para usted, y no le interesa lo suficiente, entonces eso es sólo monotonía. No es sólo determinación, sino seguir una dirección que a usted le interesa” justificaba la autora. Esto es lo que a mí me gusta llamar “esfuerzo motivado”, que es algo que retomaré en una entrada posterior.

Otra cuestión interesante que pone Duckworth sobre la mesa es la del esfuerzo vs. talento. Ella insiste que el talento (entendido como la suma de actitudes y dotes naturales de una persona) “no es lo único que hace falta para triunfar en la vida”, que es algo con lo que es difícil no estar de acuerdo. Lo que pasa es que, yo añado, tampoco el esfuerzo es siempre suficiente, y eso también conviene dejarlo claro.

Se queja la autora, a mi juicio con bastante razón, de que el talento natural es paradójicamente más sexy y glamoroso que el esfuerzo, cuando tiene el escaso mérito de ser algo heredado, adquirido de forma natural, no ganado. Es bastante inexplicable que deslumbre más lo innato que lo conseguido con esfuerzo. La autora cree que eso ocurre porque “preferir el misterio a lo cotidiano” es parte de nuestro “culto a la genialidad”.

Me gusta mucho la definición que propone Duckworth de talento: “rapidez con que las habilidades mejoran con el esfuerzo”. O sea, dado un grado de esfuerzo similar, unos aprenden más rápido que otros, y ese es un indicador que refleja el talento, la capacidad innata. Pero claro, si hacemos variable el esfuerzo que pone cada persona, entonces una con menos talento podría terminar compensando con creces esa limitación.

La autora, después de las críticas que ha recibido, insiste en que nunca ha dicho que el esfuerzo sea todo: “el esfuerzo es por lo menos igual de importante que el talento”; sin embargo eso se contradice con uno de los capítulos de su libro que tituló: “El esfuerzo cuenta el doble” o con el excesivo peso que pone en este factor en comparación con los demás. Para ser justos, Duckworth también habla de la importancia de cultivar otras fortalezas de carácter como la humildad, la inteligencia social y la bondad.

Sobre este tema yo creo que para niveles muy altos de exigencia, de expectativas de logro, hay que empezar a tomarse en serio la falta de talento. Una cosa es querer prosperar en una habilidad, y conformarse con hacerlo un poquito mejor cada año, y otra cuando uno empieza a moverse en unos niveles élites de excelencia. Ahí la falta de talento puede llevarnos a grandes frustraciones si se subestima. El riesgo de todo esto es que si nos creemos a rajatablas que el esfuerzo importa siempre más que el talento, esto nos pueda llevar a dramas personales. Se han dado situaciones incluso de riesgos de suicidio por excesiva auto-exigencia.

Carlos Megía, en El País, ponía como ejemplo icónico del Grit al “cholismo”, el ideario de Diego Pablo Simeone, entrenador del Atlético de Madrid,  que según Megía recuerda mucho al discurso de Duckworth. Yo, sin embargo, pienso que también ahí se combinan el esfuerzo y el talento en dosis equilibradas. Creo que hay una tendencia a subestimar el talento de Simeone, como si su éxito solo obedeciera a una cuestión de carácter, y no es así.

Para tangibilizar el Grit tenía que haber un sistema de medirlo, y eso es lo que hace Duckworth al crear lo que ella llama la “Escala de Grit”. Dedicaré lo que me queda de post a explicar esta escala que funciona como un test, por si quieres aplicártelo.

La Escala del Grit es un test-cuestionario de 10 frases. Hay que puntuar cada frase según el grado en que uno/a se identifica con ella “comparándose con la mayoría de la gente”. Debo decir que a mí me ha costado mucho responder a este test porque la variabilidad del resultado era enorme según lo exigente que me pusiera y con quiénes me comparara. Me ha parecido tremendamente subjetivo. Quizás sea más certero hacerlo preguntándole a gente que nos conozca, y después calculando un promedio de las respuestas. Esto último no lo recomienda la autora sino que es una opinión mía.

Por ejemplo, ¿qué poner ante frases como estas: “Soy muy trabajador” o “He superado reveses para vencer un reto importante”? En la primera, depende de con quiénes me compare o incluso del momento concreto en que rellene el test. Las impresiones que tengo sobre mí a menudo cambian según mi rendimiento y estado de ánimo. En la segunda pregunta, pues mira, es difícil encontrar una persona que no haya superado reveses ante un reto importante en la vida.

Una lectura en defensa del test puede ser que tal vez esa subjetividad que yo aprecio se deba, en mi caso, a que no tenga un Grit elevado y por eso me mueva mucho en la zona media, tendiendo al 3 dentro de la escala, lo que me lleva siempre a un juicio ambiguo a la hora de puntuar las frases. Lo que quiero decir es que si tiendes al medio de la escala, como supongo que le pasará a mucha gente normalita como yo, resulta complicado discernir entre puntuar algunas frases con un 3 o poner un 2 o un 4. Sí que me parece más fácil para los que tiendan claramente a los extremos, o sea, gente con un Grit muy alto o muy bajo.

Me apliqué el test con ayuda de @guambiana. Nos estuvimos comparando, ya que nos conocemos bien. Resulta que yo tengo un digno pero endeble 2.8 de Grit, y ella me saca más de 1 punto de ventaja, con un lustroso 3.9. Comentamos las preguntas y ella me decía que en mi caso lo que ella ve es que “me cuesta mucho empezar” pero que después suelo “coger carretilla” y soy “bastante responsable”. Es decir, que “cuando me pongo, me pongo” pero, en fin, primero tengo que decidirme a hacerlo, y en ese sentido soy a menudo poco diligente, a diferencia de ella que es expeditiva siempre. Ese patrón de comportarse, algo inestable, no sé dónde se sitúa en la escala del Grit. Probablemente en el medio. Sin embargo, ya me entra la duda cuando toca una tarea, proyecto o reto que me gusta mucho, en cuyo caso puedo reventar la puntuación porque la ataco rápido y con bastante constancia.

Te invito a que intentes rellenar el test por tu cuenta, tú solito/a. Y después le pidas a gente que te conozca bien a que te lo aplique. Después comentáis los resultados y las diferencias. La conversación que tuve a posteriori con mi mujer me hizo ver, por ejemplo, que yo puedo ser demasiado exigente conmigo mismo y tiendo a juzgarme peor de lo que soy. No sé si es así, pero en todo caso, fue interesante escuchar sus opiniones sobre cómo me ve en algunas de las frases del test. Ahí te dejo una transcripción del test del Grit que he preparado en Word, para que la uses, si te apetece probarlo por tu cuenta. Al terminar el test, sumas la puntuación obtenida en todas las frases y la divides entre 10, y eso da tu Grit.

Según esa puntuación global, podrás saber en qué lugar te sitúas respecto de estadísticas obtenidas de una gran muestra de adultos estadounidenses (no tenemos, que yo sepa, unas estadísticas de referencia españolas), tal como refleja esta tabla.

Un añadido importante. Las frases o preguntas impares reflejan el componente de la PASIÓN dentro del Grit, mientras que las pares corresponden al de PERSEVERANCIA; así que puedes calcular el subíndice de Grit para cada elemento por separado, dividiendo cada subtotal entre 5, y así ver en cuál de los dos ingredientes estás mejor o peor.

Según la autora del test, si obtienes una puntuación alta en pasión, probablemente también obtendrás una puntuación elevada en perseverancia, y viceversa. Asimismo, que en la mayoría de los sujetos que ha estudiado, la puntuación conseguida en Perseverancia (frases pares) suele ser más alta que en Pasión (frases impares). Sorprende este resultado pero tiene sentido. Quizás es más fácil aprender por nuestra cuenta a trabajar duro y ser persistentes pero “encontrar la pasión” es algo que no depende tanto de nosotros.

Para que te hagas una idea, Ángela Duckworth, la autora del libro, obtuvo un Grit global de 4.6; con un 5.0 redondo en perseverancia y un 4.2 en pasión. Su media del segundo elemento baja porque, según ella, “seguir centrada en objetivos coherentes a lo largo del tiempo” le cuesta más que “trabajar con tesón y superar reveses”.

Por último, conviene advertir que esta herramienta no se puede usar con fines evaluatorios, ni clasificatorios, porque al ser un test con preguntas que confían en la buena fe y el criterio de quien las responde, “se puede falsear de manera ridículamente fácil”. Si la persona que rellena el cuestionario tiene algún motivo para mentir, se juega algo en las respuestas (por ejemplo, por estar participando en un proceso de selección para un puesto de trabajo), entonces no va a aportar datos fiables. Eso generaría más Grit del real. Sería un resultado falseado. Por eso es importante que se entienda que el test solo tiene sentido para ejercicios de autovaloración, para uso propio, y siempre que se intente contestar con franqueza y el máximo posible de objetividad, que reconozco es difícil.

Pensando en esa limitación creo que una aproximación alternativa para añadir objetividad sería diseñar unas pruebas, tener que resolver un reto o realizar un proyecto que aporte hechos, signos reales, que permitan a un observador puntuar cada una de las 10 preguntas según cómo reaccione el participante. Por ejemplo: “acabo todo lo que empiezo” se podría comprobar no por lo que dice el participante, sino por cómo realmente actúa en el ejercicio al abordar tareas sucesivas. No sé si esto se ha hecho (intuyo que los Googles y Cía estarán aplicando pruebas de este tipo), pero me parece una línea de trabajo interesante, tanto para el desarrollo del talento como para fomentar habilidades emprendedoras.

Si has tenido paciencia para llegar al final del post, te diré que la obra de Duckworth no debe juzgarse con euforia desmedida pero tampoco de forma injusta. En mi opinión hay mucho de hype alrededor de esta propuesta, pero también aspectos interesantes que vale la pena estudiar y discutir. Se aprenden y fijan cosas interesantes con este libro. A mí me ha servido para reforzar una idea en la que vengo trabajando mucho a título personal desde hace tiempo y es la conveniencia de enfocarme, de intentar hacer muy bien pocas cosas, lo que demanda una férrea disciplina para evitar que la curiosidad me lleve por los cerros de Úbeda. Ésta ha sido una guerra personal mía toda la vida así que me entrego a la biblioterapia para buscar razones que ayuden a vencer mi tendencia natural a la dispersión. Para que la cabra no tire para el monte necesita de un buen arsenal de razones chutadas en vena, y esto lo consigo a menudo a través de los libros. El Grit es una teoría motivacional que puede ayudar a eso pero tiene sus limitaciones, como explicaré en los posts siguientes, que publicaré muy pronto.

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