Las proyectos públicos de promoción de Clusters y redes de colaboración para innovar se cuentan por fracasos. Han sido vertebrados casi sin excepción desde-arriba, por lo que llamamos eufemísticamente el “liderazgo político”.
Tenemos un largo inventario de frustraciones, y el último ejemplo por estos lares se llama RETA (Red de Espacios Tecnológicos de Andalucía), un aspirante a elefante que se ha desplomado hasta el punto de que ya no es ni la sombra de lo que pudo ser.
Hace tiempo que veníamos escuchando voces (eso sí, en privado, como se conversan las verdades en Andalucía) sobre la ineficacia de RETA y su estilo centralista de concebir la colaboración. Tuvo que evaporarse la pasta (es lo que tienen las crisis) para que alguien encontrara la excusa perfecta para cargarse de prisa a este mega-proyecto sin tener que reconocer los errores cometidos.
RETA (en el caso de Andalucía) es solo la punta del iceberg, la guinda de un pastel hecho a martillazos y sin cariño. No es la causa, sino el efecto. No es el problema, sino la herencia de un modelo autoritario y caduco de hacer políticas de innovación que se practica en la mayoría de las regiones españolas por donde suelo moverme.
Aviso para navegantes: tampoco es un tema de partidos, porque igual que hablo de una iniciativa del PSOE, puedo citar también a Málaga Valley, que es un proyecto del gobierno del PP en Málaga. Son dos cáscaras vacías que comparten buena parte de los mismos defectos.
El problema es siempre el mismo: tiran de talonario a lo bestia para imponer modelos “constituyentes” (Top-down) de pseudo-colaboración concebidos por unos cuantos expertos ilustrados, y sin ninguna participación. Nada de sistemas “emergentes” (Bottom-up). Y cuando alguien ha pensado que habría que abrir la lata e invitar a gente de afuera, se han traído a gurús (estupendamente pagados) con el único fin de legitimar lo que ya se había decidido en los despachos.
¿Os suena? Pues sí, estoy seguro que esta melodía es tristemente familiar. Es un patrón que se repite hasta la saciedad en todas partes porque esta dichosa patología del ordeno-y-mando está generalizada.
Estamos intentando reflexionar unos cuantos, en plan totalmente autónomo, sobre cómo impulsar dinámicas más participativas, P2P, desde abajo, que impliquen a la gente con un interés genuino por colaborar. “Que los posibles interesados se interesen” es la consigna = que vengan por motivaciones auténticas y no por el cheque extendido de las autoridades.
Mi humilde contribución a ese debate, abierto a todos, es avanzar unos apuntes sobre lo que yo creo que ha fallado hasta el momento. Es mi punto de vista, y nada más. Puedo estar equivocado, pero es como yo lo veo, y me apetece compartirlo.
Cualquier cosa que hagamos a partir de ahora en el ámbito de la colaboración para innovar debería guiarse por ese archiconocido proverbio de Einstein que dice: “Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Así que voy a compartir en este post algunas observaciones críticas que yo haría a las iniciativas de colaboración llevadas a cabo en Andalucía y el resto de España. Son errores que, a mi juicio, no deberíamos volver a repetir:
- Falta de Sentido de Pertenencia: Los modelos impulsados hasta ahora son siempre desde-arriba, y no han conseguido captar la simpatía de los participantes. El patrón seguido ha sido definir estrategias sin contar con los afectados. Se fijan normas rígidas, predeterminadas, y entonces se exige a la gente que las acate.
- Marketing político sin contenidos genuinos: Se crean primero las estructuras de gestión, se hace mucho marketing antes de que exista nada. Marketing sin contenidos reales. Las empresas saben esto, y por eso miran cada vez con más desconfianza los rimbombantes anuncios públicos de nuevas iniciativas.
- ¿Y las sinergias?: Se pretende una colaboración sin palpar las sinergias, que son la base objetiva para que la gente se esfuerce en encontrarse. Necesitamos identificar mejor esas sinergias, y visibilizarlas de forma coherente. Nada de milongas, sinergias verdaderas, porque las empresas no son tontas, ni están dispuestas a perder más el tiempo.
- Obsesión por el ladrillo: Primero se piensa en construir edificios y en dimensionar estructuras. Se han explotado poco, y mal, las oportunidades de las herramientas digitales para colaborar en red, mediante espacios virtuales de encuentro, que reduzcan los costes y hagan las interacciones más sistemáticas. Esto se debe a tres causas: A) Necesidad enfermiza de los políticos de inaugurar edificios que se vinculen a su nombre, B) Escasa tradición de “colaboración digital”, C) Espacios virtuales mal diseñados, poco intuitivos y que no responden a las demandas de los agentes. La abundancia de fondos FEDER ha contribuido también a ese efecto degenerante en las inversiones y en el modo de concebir los proyectos. Solo basta con echar un vistazo al elevado número de nuevos centros tecnológicos (todos sub-financiados) que se han creado en Andalucía, para comprender que esto va más de cantidad que de calidad, más de ladrillos que de contenidos.
- Mucha planificación, y escasa vocación de acción: Necesitamos “netpreneurs”, una verdadera cultura del emprendimiento en el diseño y despliegue de estos ecosistemas. “Personas-pegamento” que se pateen el vecindario estimulando conexiones. Se ha parloteado mucho en congresos, eventos y escaparates mediáticos, pero echamos en falta una mayor capacidad de dinamización y de despliegue real de las iniciativas desde-abajo, por personas comprometidas. RETA, por ejemplo, significó en sus orígenes un intento de acercarse a la empresa, pero rápidamente fue secuestrada por ese furor que sienten los políticos por los titulares y las estadísticas huecas.
- Exceso de mirada académica por parte de las universidades: Hasta ahora ha primado el enfoque “technology push” en las iniciativas de formación, investigación y transferencia de tecnología. No se ha escuchado realmente al tejido social, ignorando este axioma principal de que: “la innovación se hace en las empresas”. Mucha verborrea bonita, pero la realidad es testigo de otra cosa totalmente distinta: se espera que las empresas se ajusten a los moldes paridos en los despachos.
- Falta de humildad: Casi nada de lo que se ha hecho aquí es “pionero”, ni único, a nivel internacional como tanto se ha proclamado. Siempre han habido experiencias de las que se podía aprender, y podríamos contarlas a puñados. La humildad en las declaraciones (no necesariamente en las intenciones) y la generosidad en los hechos ayudarían a que un proyecto gane en reputación y confianza, pero eso todavía no lo hemos aprendido. El conocido bloguero Scobleizer invita a practicar este hábito: “Underpromise and over deliver”, algo que se hace poco en las iniciativas públicas que yo conozco.
- Endogamia y proteccionismo: Hay políticas de innovación regional (lo que llamaría Clusters 1.0) que invitan/obligan a las empresas a practicar la innovación abierta pero “hacia adentro” de la región, lo que es bastante contradictorio. En su lugar, es necesario concebir “redes” o “ecosistemas” más permeables a los efectos positivos de las redes globales y así superar las clásicas limitaciones territoriales/sectoriales con que se han diseñado los Clusters hasta el momento. El excesivo celo regional genera modelos cerrados, muy poco porosos, con un notable tufillo proteccionista. Por eso es conveniente favorecer dinámicas de apertura en los sistemas de innovación, mediante conexiones transregionales que apunten a modelos de “Open Clusters” más porosos y menos encorsetados en lo territorial. Aquí hay un terreno fértil para pensar, investigar y testar, por ejemplo, me pregunto: ¿qué interacciones son óptimas a escala regional y cuáles a escala global?
Pues nada, estos son mis primeros apuntes. Me gustaría generar conversación alrededor de estas observaciones, y aquí caben lógicamente las discrepancias: ¿Qué otras oportunidades de mejora tenemos? ¿Qué deberíamos cambiar en las iniciativas de colaboración para innovar? ¿Tenemos buenos ejemplos de los que podríamos aprender? Anímate, y participa
Nota: La imagen del post es una viñeta de Quino
La entrada ¿Por qué fracasan las iniciativas públicas de colaboración para innovar? (post-194) se publicó primero en Amalio Rey | Blog de innovación con una mirada humanista.